
La miel ha sido utilizada tradicionalmente por sus propiedades curativas, y la ciencia moderna ha comenzado a dilucidar los mecanismos detrás de su actividad antimicrobiana. Varios factores contribuyen a esta propiedad, incluyendo su alta osmolaridad (baja actividad de agua), su pH ácido (típicamente entre 3.5 y 5.5), la producción de peróxido de hidrógeno por la enzima glucosa oxidasa y la presencia de componentes específicos como la defensina-1 de abeja y el metilglioxal (especialmente en la miel de Manuka).
La baja actividad de agua dificulta el crecimiento microbiano al deshidratar las células bacterianas. El pH ácido también inhibe el crecimiento de muchos patógenos. El peróxido de hidrógeno, aunque en bajas concentraciones, es efectivo contra una amplia gama de bacterias. Además, componentes únicos como el metilglioxal han demostrado una potente actividad antibacteriana incluso en cepas resistentes a los antibióticos convencionales. Esto abre interesantes posibilidades para el uso de la miel en el tratamiento de heridas crónicas y otras infecciones.
Referencia Científica:
Kwakman, P. H. S., Velde, A. A. te, Zaat, S. A. J., & Vandenbroucke-Grauls, C. M. J. E. (2011). How honey kills bacteria. The FASEB Journal, 25(7), 2576-2582.