
La denominación “miel monofloral” implica que la mayor parte del néctar recolectado por las abejas proviene de una única especie de flor. La dieta de las abejas, influenciada por la disponibilidad de flores en su entorno de pecoreo, tiene un impacto directo en las características organolépticas (color, aroma, sabor) y en la composición bioquímica específica de la miel resultante.
Por ejemplo, la miel de acacia tiende a ser clara y suave, con un alto contenido de fructosa, mientras que la miel de castaño es más oscura y tiene un sabor más intenso y notas amargas. Estudios han demostrado que la composición de polifenoles y otros compuestos bioactivos varía significativamente entre las mieles monoflorales, lo que se traduce en diferentes perfiles de actividad antioxidante y otras propiedades funcionales. Comprender la relación entre la flora local y las características de la miel es crucial para la autentificación y valoración de las mieles monoflorales.
Alvarez-Suarez, J. M., Tulipani, S., Romandini, S., Bertoli, E., & Battino, M. (2010). Contribution of honey in nutrition and human health: a review. Molecules, 15(4), 2442-2487.